Yo por cierto sali como Gandhi, de izquierda y liberal, ujuuuuu!!!
Estos son unos ejemplos:

Y este soy yo
... Dios ha muerto, Nietzsche tambien murió y Yo no he estado muy bien de salud!!!...

Con tales anomalías, aunadas a las condiciones de inequidad detectadas durante el proceso (algunas exageradas por los quejosos, otras palpables) los perredistas jamás aceptarán un veredicto desfavorable en las actuales condiciones, así vertamos sobre ellos descalificativos, denuestos e insultos de todo tipo que no sirven más que para exacerbar el radicalismo. Se seguirán de frente, al parecer. Pero podría apostar 100 a uno a que lo mismo ocurriría en el otro bando si, por ejemplo, el Tribunal Electoral determinase anular suficientes casillas como para revertir el resultado, y nombrar presidente electo a Andrés López Obrador (eventualidad improbable, pero jurídicamente posible). ¿Qué harían los panistas y sus aliados? ¿Respetar ese dictamen del Tribunal sin chistar, tal y como se han comprometido hacerlo una y otra vez? No lo creo. Dirían que el Tribunal cedió al chantaje de los perredistas, que López Obrador recurrió una vez más a su radicalismo para arrebatar en las calles lo que no obtuvo en las urnas. Y que si el Tribunal se dejó chantajear por los amarillos, ellos (los panistas y compañía) de ninguna manera lo harán. Acto seguido, recurrirían a lo que fuese menester para impedir la asunción del perredista a la Presidencia. Varios años empeñados en ese propósito no serán dejados de lado así como así, sólo por un puñado de temerosos magistrados. Los testimonios de Carlos Ahumada divulgados la semana pasada, aunque emitidos en condiciones reprobables, no son descabellados, sino perfectamente congruentes con lo que sabemos del caso, así como con el episodio posterior del desafuero, ese sí presenciado por todos a la luz del día.
En otras palabras, quien quiera que sea declarado por el Tribunal como presidente electo, el conflicto probablemente continuará por fuera de la vía institucional (aunque desconocemos hasta dónde escalará). Se podrá apostar a que la movilización perredista se desinfle, que sus radicales queden gradualmente aislados y en creciente minoría. Puede ser. Pero aun en ese caso los efectos de este proceso no serán los mejores para la legitimidad del próximo presidente ni su margen de gobernabilidad. Dice al respecto Felipe Calderón que "no tengo preocupación en lo absoluto (de ejercer) una Presidencia sitiada. Estoy habituado a enfrentar desafíos... y superar los obstáculos que se nos presentan en el camino" (6/VIII/06). Si lo dice en serio, es que no sabe de lo que habla. En todo caso, resulta que a los ciudadanos sí nos preocupa ser gobernados por un presidente "sitiado" y poco legitimado, porque da la casualidad de que así la gobernabilidad se complica significativamente.
Así pues, la colisión parece inevitable. Y por eso muchos lamentan que no contemos con la figura de "segunda vuelta". En realidad, esta no garantiza que no vuelva a haber un resultado cerrado, pero sin duda ahora sería una válvula de salida al pantano político en que hemos caído, una esperanza de que en esa segunda ronda no habría un nuevo "empate técnico". ¿Contamos con un sustituto de esa fórmula? Con sus diferencias naturales, tenemos a la mano el interinato y la elección extraordinaria. Hasta hace poco evalué ese escenario como el peor posible, por los riesgos que supone. Pero viendo cómo degenera la situación, quizá sea un mal menor. Al menos, la anulación abriría un margen de tiempo y maniobra política para reconducir el sistema electoral, aprobar una reforma que en lo posible impidiera que se repita un proceso tan lamentable como el actual. Y con seguridad los respaldos y los votos se reacomodarían al grado en que un nuevo empate sería poco probable. Los partidos ni siquiera tendrían que ir con el mismo candidato, si eso no les conviniera (el PRI de seguro jugaría con un nuevo abanderado). Quien ganara esa elección extraordinaria tendría mayor legitimidad, reconocimiento y margen de maniobra que quien lo hiciera en esta fallida elección ordinaria.
Si la Constitución faculta al Tribunal a declarar la validez de la elección, se presupone que podría no hacerlo. Por otro lado, se dirá que la anulación era el propósito real del PRD desde el principio, y que por ello la respaldo. En realidad, poco me importa si esta opción le va bien a ese partido o a su candidato (probablemente no). Me preocupa en cambio que nuestra evanescente democracia electoral termine por desvirtuarse por completo y que nuestra estabilidad termine por ceder, víctima del choque de dos pandillas intransigentes, miopes y esencialmente antidemocráticas. Espero que el Tribunal perciba lo mismo y, conforme a ello, explore la viabilidad jurídica y conveniencia política de esta alternativa, que representa algo así como nuestra "segunda vuelta" emergente.
En México, los campamentos molestan porque simbolizan la voluntad política de la mayoría de la población, de resistir a la imposición de Felipe Calderón. Los campamentos molestan porque exhiben el fracaso del PRI, después de 71 años de dictadura, y la del PAN, tras sólo de 6 años de gobierno. Los campamentos molestan porque refuerzan la unidad entre las organizaciones políticas, sociales y culturales. Los campamentos molestan porque entretejen nuevas solidaridades de millares y millares de trabajadores.
En París, los campamentos molestan porque son el lado visible de la extrema pobreza de millares de gentes, que ya no tienen trabajo ni vivienda y que están condenados a vivir y dormir en la calle (se les llama SDF, es decir Sin Domicilio Fijo). Los campamentos molestan al gobierno de derecha y al alcalde de izquierda porque quitan lustre a la imagen turística de la ciudad. Los campamentos molestan porque destacan a la luz del día la degradación de las condiciones de vida de millones de trabajadores.
Á Mexico, les campements dérangent parce qu'ils symbolisent la volonté politique de la majorité de la population de résister à l'imposture de Felipe Calderón. Les campements dérangent parce qu'ils traduisent l'échec du PRI, après 71 ans de dictature, et celle du PAN, après seulement 6 ans de gouvernement. Les campements dérangent parce qu'ils renforcent l'unité entre les organisations politiques, sociales et culturelles. Les campements dérangent parce qu'ils tissent des solidarités nouvelles entre des milliers et des milliers de travailleurs.
Á Paris, les campements dérangent parce qu'ils sont la partie visible de l'extrême pauvreté de milliers de gens, qui n'ont plus de travail ni de logement et qui sont condamnés à vivre et à dormir dans la rue. Les campements dérangent le gouvernement de droite et le maire de gauche parce qu'ils ternissent l'image touristique de la capitale. Les campements dérangent parce qu'ils montrent au grand jour la dégradation des conditions de vie de millions de travailleurs.


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