miércoles, junio 30, 2010

CARTA DE UN MEXICANO A AGUIRRE









Señor Aguirre, soy Armando Ortiz y no amo a México; al menos no a este México de su Iniciativa.

Señor Aguirre en respuesta a su spot sobre Iniciativa México debo decirle que trato de entender a este país y me detengo en su historia y me parece que, como dijo José Alfredo Jiménez, nada nos han enseñado los años, siempre caemos en los mismos errores. Nos han hecho creer que las revoluciones las hemos logrado los mexicanos, pero no, México cuando lucha no es México, es un grupo de hombres de poder que viendo afectado su patrimonio le da machetes, palos y piedras a sus peones para que se levanten en armas y vayan a luchar contra el enemigo, contra su enemigo. Si no fuera así, después de un 1810 no se hubiera necesitado un 1910 y hoy día es tan urgente una revolución en 2010 para equilibrar tanta injusticia, tanta corrupción, tanta mentira, tanto cinismo, tanta involución.

Señor Aguirre, no somos ese país democrático que usted cree, somos un país gobernado por una oligarquía, por una plutocracia que no va a dejar el poder en manos de este pinche pueblo jodido, como usted calificó en una entrevista en España; la democracia en México es una utopía, es decir, no hay tal lugar.

Señor Aguirre, no podemos ser un gran país ni seguro ni próspero y mucho menos justo mientras esos grandes intereses estén por encima del bien común. Mientras gente como usted se preste a legitimar las intenciones de esos grandes intereses.

Si bien usted dice que es hora de soñar, yo creo que es hora de despertar, es hora de quitarnos de encima el pie de esos que nos han estado oprimiendo desde hace muchas décadas. Tampoco somos un país de fracasados. No somos la selección nacional, ni seremos mejores si su equipo gana todos los partidos del Mundial. No somos fracasados y no necesitamos del éxito de 11 jugadores para sentirnos exitosos. Y eso es porque en cada familia hay una historia de éxito que va más allá de la sobrevivencia. El padre que logra inculcar a su hijo la honestidad y la decencia, la madre que acepta a la hija a pesar de sus tres meses de embarazo, los amigos que siguen visitando al enfermo de Sida, los hermanos que se siguen reuniendo en casa de la madre, que siguen viendo por sus padres, que no se olvidan de la educación de sus hijos. Ahí están las historias de éxito, no en los goles que la selección pueda anotar a sus adversarios.

Luchamos por sacar adelante nuestra causa, que por cierto, hace rato ha dejado de ser México, ese país que vive secuestrado; nuestra causa, que no es la suya, ni la de Televisa que le paga por dar esos mensajes, ni la del gobierno federal que lo cobijará de ahora en adelante como a un héroe; claro, a menos que la selección pierda, cosa muy posible por cierto.

Señor Aguirre no es cierto que vivamos en el país del “si se puede”, tampoco es cierto que vivamos en el país del “ya se pudo”, en realidad vivimos en el país del “no nos dejan”. No nos dejan precisamente esos que se sentaron el día lunes 7 de junio para presentar la Iniciativa México, el gran proyecto que habrá de cambiar la historia de nuestro país.

Señor Aguirre, ¿cómo espera que creamos que ellos quieren cambiar México cuando son precisamente ellos los que deberían cambiar? Ellos han hecho de nuestro país su hacienda y de los medios de comunicación una tienda de raya ideológica. Antes que pedirnos a nosotros que transformemos a este país, pida a ellos que dejen de pensar que somos parte de la herencia que les dejaron sus padres. Ahí estaba Emilio Azcárraga Jean quien apoyó con todas sus huestes el fraude electoral del 2006. Ahí estaba Mario Vázquez Raña, ¿no lo vio?, cagándose de la risa, codeando a Rogelio Azcarraga, dueño de esa ramera llamada Telefórmula, quienes ni siquiera guardaron respeto cuando estaba hablando un muchacho que con voz tartajeante intentaba definirnos lo que es la asistencia social. Ahí estaba Aguilar Camín, ese mercenario de la cultura, ahí estaba Salinas Pliego a quien en Estados Unidos lo tienen como delincuente fiscal; ahí estaba el hijo de Olegario Vázquez Raña, el amigo y socio de los hijos de Martha Sahagún; ahí estaban todos esos medios, corifeos del poder, como un séquito de putas. En realidad no somos nosotros los que debemos cambiar, son ellos los que necesitan transformarse de empresarios a personas.

Señor Aguirre, ahora, ¿quiere que creamos que con un reality show de buenas intenciones se puede cambiar al país? ¿Serán los cinco proyectos ganadores los que habrán de cambiar el rumbo de México? ¿Es esa su incipiente Revolución? ¿Usted también cree que con seis millones de pesos se van a solucionar los problemas de este país? 10 veces esa cantidad llevaban en relojes y joyas los que se sentaron a formar el Consejo Consultivo.

Para terminar señor Aguirre, quiero decirle que Iniciativa México es el equivalente a los palos, piedras y machetes que los hacendados daban a sus peones y con eso los lanzaban a la Revolución. Este país no va a hacer una revolución con esos palos y piedras ideológicas. Lo mejor sería que cada uno de esos empresarios, que dicen tener buenas intenciones, cumpla con sus obligaciones fiscales. Sólo eso sería un gran avance para este país; que esos que se disfrazan de buenas gentes pagaran sus impuestos y no anduvieran haciendo Teletones o Juguetones para conseguir dinero y con eso evadir al fisco. No necesitamos de una Iniciativa México para sacar adelante a este país, lo que se requiere es la iniciativa propia de cada uno de nosotros.

A todos los mexicanos les digo, es cierto, es tiempo de hacer historia, es nuestro año 2010. No nos dejemos engañar. Vamos a mandar a la chingada a todos esos medios que se valen de nuestra buena fe para lograr sus oscuros objetivos. Vamos a darles de una buena vez la espalda.

Y a ustedes los de Iniciativa México les digo, no nos quieran ver otra vez la cara.


martes, junio 22, 2010

TEATRO: PEDRO Y EL CAPITAN