viernes, junio 10, 2005

"eL vEnAdO Y eL cOLIbRI", 4rta parte

<<<---SIGUE DE

Todos en el bosque sintieron un gran vacío en sus almas, el gran padre de los árboles yacía inerte, su enorme tronco el cual coronaba el centro del Gran bosque, se partió en dos y las aves callaron y, pero fue algo momentáneo, pues se dice que Huitzol acercándose al gran tronco partido lo acaricio con su plumaje tratando de despertarlo, y fue justo cuando halló en donde colocara aquella hermosa flor que le diera su madre, una pequeña esfera de oro puro, tiernamente formada. Huitzol tomándola con su delgado pico, la alzo airozo y mostrándola a todo mundo esta reflejo los rayos del sol e ilumino los rostros de todos los que ahí se encontraban. Ante semejante imagen todos se alegraron y las aves trinaron nuevamente esta vez de jubilo, se dice que desde entonces lo hacen cada mañana al salir el sol en recuerdo de ese momento; pues todos entendieron que la esencia de Ahuetl, gran padre de los Árboles y del Gran bosque, se encontraba en esa pequeña esfera que no era otra cosa mas que la primera semilla, de la cual vienen todas las plantas tanto las que el hombre cultiva como las que libremente nacen por la tierra. Esta primera semilla fue bautizada con el nombre de Omazán que significa primera, en el idioma de los más antiguos.
Huitzol llevo el Omazan con su madre Xacara y ella recibiéndolo con gusto hizo brotar una hermosa flor blanca muy parecida a una copa y ahí fue depositada finalmente la dorada semilla.
Se dice que entonces, Xacara y los demás hijos de Ahuetl, meditaron y a través de sus grandes raíces, comunicaron sus pensamientos uno a otro, hasta que finalmente los árboles del primer bosque, tomaron una decisión en la cual encomendaron a Huitzol una misión, que consistía en llevar el Omazan a través de el Gran Desierto de arena blanca, mas allá de las grandes montañas hasta encontrar la casa de las aguas, lugar donde antaño viviera la lluvia y del cual provienen todas las aguas del mundo; una vez estando allí, tendría que depositar el Omazan en la tierra fértil al lado de las aguas. ¿Que pasaría después de que Huitzol cumpliera su misión?, nadie en el Gran Bosque Viejo lo sabia, solo entendían que esta era la única forma en que podrían sobrevivir.
Huitzol se preparo para partir, apresurado se despidió de cada uno de los árboles del bosque, estos le daban a probar las mieles de sus flores, puesto que sabían, las necesitaría para el largo camino.
La despedida con Amatl fue muy larga, se dice que del pequeño árbol brotaron dos gotas que cayeron en la tierra seca, cual si fueran lágrimas, primeras en la tierra antes que el primero de los llantos. Amatl en verdad deseaba más que nada poder acompañar a su pequeño hermano.
Antes de partir Huitzol regreso con Xacara, la cual pensando en su pequeño hijo y lo difícil de su viaje, hizo nacer una gran hoja plateada que entrego al pequeño colibrí, esta era lo suficiente grande como para cubrirlo durante el día para poder descansar bajo ella y no deshidratarse; pero también era lo suficientemente ligera como para que la pudiera transportar cargándola con sus patas. Este hermoso regalo de Xacara contenía a su vez un pequeño bulbo, el cual contenía agua fresca de un dulce sabor, de modo que Huitzol insertando su largo pico, pudiera recuperar energías e hidratarse, Huitzol trino agradecido por el regalo de su madre y sobando su plumaje contra el plateado tronco se despidió amorosamente de su madre.
Así, tres días después de la muerte de Ahuetl, Gran Padre de los Árboles, Huitzol, el colibrí, partió durante la noche, ayudado por la luz de la luna y se interno en le Gran desierto de arena blanca.

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